Por Israel Martínez
📸: @evilisrael_
Anoche, 10 de junio de 2025, el Palacio de los Deportes se convirtió en el epicentro de un sismo de rimas y pura vibra cuando Trueno, el pibe argentino que lleva el freestyle en las venas, se adueñó del escenario. Desde mediodía, las afueras del Domo ya eran un hervidero: playeras de Boca Juniors, banderas albicelestes flameando y una banda que, bajo un sol que quemaba y una lluvia que no avisó, llegó desde la una de la tarde para pelear un lugar cerca de la valla. Los empujones no faltaron, pero la pasión por ver al rapero pudo más que cualquier codazo.
Los Lobitos, siempre chidos, se la jugaron repartiendo agua a los que estaban hasta adelante, donde el aire era puro cuento. Y cuando el reloj dio las 8:40, el Palacio estalló: Trueno salió con “Grandmaster 1” y la banda se volvió loca. Los celulares volaron al aire, los gritos rompieron decibeles y el beat de “BZRP Vol. 16” hizo que el suelo pareciera un trampolín. Desde el arranque, la conexión con el público fue brutal, como si México y Argentina fueran el mismo barrio.
No todo fue perfecto, eso sí. En “Fuck el Police Remix”, una morra se desmayó entre el tumulto. La ayudaron rápido, pero su esfuerzo de madrugar se fue por el drenaje. Consejo de compa: vayan con el estómago lleno, agua a la mano y tenis que no traicionen, porque estos conciertos son una carrera de resistencia.
El show fue un huracán. Trueno desgranó un setlist de 28 tracks que no dio chance de respirar: “Rain 3”, “Real Gangsta Love”, “Tierra Zanta” y “Mamichula” hicieron que el Palacio vibrara como si estuviera vivo. Cada rima era coreada como si la banda se supiera la vida del argentino de memoria. Pero el momento que nos voló la cabeza fue cuando Aczino, el dios del freestyle mexicano, apareció sin previo aviso durante “Freestyle”. Los dos se aventaron una improvisación que fue como un uppercut: rimas que cortaban, flows que mataban y un público que no sabía si aplaudir o quedarse con la quijada en el suelo. Ese junte fue el equivalente a unos tacos con salsa bien picosa: inolvidable.
El setlist siguió dando golpes. “Tranky Funky” puso a todos a perrear, “The Roof is on Fire” prendió el ambiente al mil y “Violento” con “Danger Grip” cerraron con una intensidad que dejó a la banda sin aire, pero con el alma llena. Trueno se despidió empapado en sudor, agradeciendo a México con un “¡Los amo, cabrones!” que se sintió como un abrazo colectivo.
Al salir, el Palacio seguía zumbando. La banda, todavía con la adrenalina hasta el cielo, hablaba de “Atrevido”, de “Sangría”, del momentazo con Aczino. Fue una noche que no se explica con palabras, se lleva en el pecho. Trueno no solo dio un concierto, armó una fiesta donde México lo acogió como compa de toda la vida. ¡Que regrese pronto, porque este desmadre pide revancha!
