Fotos cortesía Ocesa Santiago Covarrubias
La primera vez de Big Thief en el Teatro Metropólitan no fue un concierto, fue un ritual. Con miles de almas congregadas, la banda neoyorquina logró lo imposible: transformar un recinto de tal magnitud en un espacio increíblemente íntimo. Cada nota, cada palabra de Adrianne Lenker, se sentía personal, como si el concierto fuera solo para ti y los fantasmas que habitan en ese teatro.

Un Viaje al Corazón de la Melancolía
Desde el primer acorde, nos llevaron en un viaje sonoro. La setlist fue una mezcla de sus himnos más icónicos, esos que ya conocemos al derecho y al revés y que esperábamos con ansias. Escuchar en vivo “Vampire Empire”, que ya es un himno generacional en la escena indie, fue un momento de catarsis colectiva. La energía de la banda se desbordó con la potente “Simulation Swarm”, una que nos puso a reflexionar y a cantar a todo pulmón.
La verdadera joya de la noche fue la sorpresa de escuchar “Happy With You” en vivo. Una canción que no siempre es parte de sus shows y que, en ese momento, se sintió como un regalo inesperado. La banda se entregó por completo, creando un ambiente mágico y vulnerable que nos recordó por qué son una de las propuestas más genuinas de la actualidad.

Un Sabor Agridulce
Claro, siempre hay ausencias que se sienten, esas canciones que se quedan en la lista de deseos. Aunque extrañamos joyas como “Velvet Ring” y “Paul”, cada tema interpretado fue una muestra del talento descomunal que tienen en el escenario. La química entre Adrianne Lenker, Buck Meek, James Krivchenia y Max Oleartchik es innegable, y es lo que hace que sus presentaciones sean auténticas experiencias que se quedan contigo por mucho tiempo.

Al final, la noche fue una de esas que te marcan. Un recordatorio de que la música, cuando se hace con el alma, tiene el poder de conectar a extraños y de crear un momento de pura magia. Si te perdiste el show, puedes estar seguro de que te perdiste algo grande.
